El Vino Wayra que Mujeres producen en la localidad de Coirón y que tiene dos reconocimientos internacionales
Por su constitución geológica Chile se extiende de la montaña al mar. Al medio, quedan los grandes valles transversales. Uno de esos valles es el Valle de Choapa. La cordillera andina en esta región se desplaza hacia el poniente acercándose mucho a la costa. A la latitud de Illapel se presenta la parte más angosta del territorio nacional con 95 kilómetros de ancho entre el litoral y la frontera con Argentina.
Al poniente de la cordillera y de norte a sur el relieve es muy accidentado por la presencia de cordones o sierras montañosas que se desprenden del conjunto andino que se alternan con los valles transversales. Especial para el deporte aventura y para la observación de flora y fauna. Un regalo natural el que es bendecido con sus aguas en las cuáles puedes realizar diversas actividades como surf, buceo y pesca. Destacadas e imperdibles son las actividades en torno al ecoturismo, como la observación de la flora y fauna, marina y terrestre, en la Reserva Nacional Las Chinchillas (Illapel), de 4.229 hás. de superficie, y que cuenta con un nocturama, exclusivo en Sudamérica. Incluye las comunas de Illapel (capital), Salamanca, Los Vilos y Canela. Además, hay humedales únicos en su tipo, declarados Sitio Ramsar: Laguna Conchalí (Los Vilos) y Huentelauquén (Canela).
La magia del Valle del Choapa se sorprendete. Como el vino Wayra de Salamanca, creado sólo por mujeres, y que recoge el importante legado arqueológico que se encuentra en la misma tierra donde crece la uva. O los jabones artesanales de Canela, creados con leche de cabra y aceite de oliva, que nos recuerdan aquellos tiempos en que Puerto Oscuro era un bullante faro comercial, y desde donde, precisamente, jabones, velas y otros productos canelinos eran embarcados hacia otras tierras. Y el aceite de lobo preparado en Los Vilos, un codiciado y antiguo elixir para solucionar los males de la edad y del amor.

Hay estudios de los efectos acústicos en espacios arqueológicos en los que se percibe cómo los ecos y reverberaciones producen extraños sonidos y que en contextos de cuevas o sitios patrimoniales éstos se acentuaban en presencia de arte rupestre (lo que indica intencionalidad). Eso sucede en el Valle de Choapa. “Cordillera terriblemente dueña de nosotros, verdadera matriz de Chile, sobre la cual nos hicimos”- dice Gabriela Mistral, premio nobel de literatura.
Las primeras ocupaciones humanas en el sector de Quereo revelan sitios de caza de fauna del periodo Paleoindio. Hace 8000 años a.C., a inicios del Holoceno surge el llamado Complejo Huentalauquén (topónimo mapuche Wentelafken: ―sobre el mar) que tiene una temprana adaptación costera como cazadores recolectores y los creadores de los litos geométricos.
En los siglos posteriores el desarrollo histórico de los pueblos huentelauquén, molles, diaguitas, incas y changos; entre los más conocidos dejaron la impronta de su experiencia. De mar a cordillera, humanizando y sacralizando el territorio; con una prolija producción de arte rupestre, cerámica y riqueza oral que espera ser asumida, como pilar fundamental de nuestra identidad como choapino- señala el investigador Iván Aguilera Barrios en el documento llamado Cosmovisión y Astronomías ancestral diaguita en los Valles de Illapel y Chalinga.
En la comuna de Salamanca la productora Alejandra Molina produce un vino dulce de alabadas características. A mil metros sobre el nivel del mar, la localidad de Coirón alberga el predio de las Molina, un lugar donde el fuerte viento, que mueve con alevosía las parras, da origen al nombre con el cual bautizó sus producciones: Wayra.

A lo largo del siglo XX, y especialmente desde los años setenta, toma fuerza un flujo de movilidad que se dirige de la ciudad al medio rural. La opción de vivir en contacto con la naturaleza se convierte en un sueño perseguido, en un ideal para algunos citadinos que se instalan en pequeñas aglomeraciones con un proyecto de vida alternativo al vertiginoso mundo de las urbes.
Este movimiento, denominado por la academia neorruralidad adquiere formas diversas y genera transformaciones en las sociedades receptoras. En paralelo, la irrupción y propagación de nuevos patrones de consumo y hábitos de vida, la extensión de las metrópolis, las comunicaciones y la creciente movilidad de la población modifican los patrones de organización del territorio y reconfiguran las estructuras económicas y sociales de las localidades- señala Luciana Geraldine Trimano en el documento ¿Qué es la neorruralidad? Reflexiones sobre la construcción de un objeto multidimensional.
La fotógrafa Alejandra Molina, obedece a esa categoría, nació en Valparaíso, que es un puerto y su labor en el mundo de las artes visuales la llevó a conocer Salamanca, Región de Coquimbo, donde se radicó. Alejandra Molina relata que el emprendimiento comenzó junto a su madre hace 5 años, y que ya han conseguido dos medallas internacionales. “Nosotros estamos ubicados en un cerro ceremonial, donde tenemos petroglifos de distintas culturas ancestrales, la idea es hacer el rescate patrimonial a través de los productos que estamos haciendo. Nosotros hacíamos todo de forma manual porque no había luz eléctrica, por lo tanto, para producir el vino blanco pisábamos la uva y el vino tinto lo zarandeábamos con las manos. Pero gracias a este proyecto nos ha cambiado la vida más que un 100 por ciento, porque nos ha ayudado con una maquinita para hacer más rápido el trabajo, iluminarnos y mantener un refrigerador”- señaló cuando instalaron para la generación de energías con paneles fotovoltaicos. A través del programa Ponle Energía a tu Pyme lograron un 80 por ciento de financiamiento en la instalación de 4 paneles por 1,34 kW de capacidad, con el que literalmente vieron la luz, porque hasta antes de este sistema no contaban con energía eléctrica.
Los parronales, que dan origen a los Vinos Wayra, son cuidados sólo con productos fertilizantes orgánicos, se cosecha la uva con manos de mujeres del sector, quienes la convierten en tres tipos de vinos: Vino Blanco Seco, Vino Blanco Dulce y Vino Blanco Licoroso.
El maridaje arte, queso y vino, está más cerca de la literatura de la fotografía, sin embargo, la cultura del vino genera atracciones al mundo de la fotografía. “Yo soy fotógrafa profesional; por trabajo me ha tocado visitar diferentes lugares y fue así como llegué al Valle del Choapa, un lugar verde que me enamoró y me quedé en él. En un principio perdimos mucha producción y tuvimos que buscar una opción para revertir esa situación y dar valor agregado a lo que teníamos”- recuerda la emprendedora. El nombre Wayra (viento en lengua quechua) obedece a estas distinciones: “Por la altura, el viento acá es fuerte, por eso quise denominar al vino con algo que identifique el lugar donde se produce. Es un sector muy bello y rico en cultura, ya que mis parras están rodeadas con petroglifos pertenecientes a los diaguitas, molles y hasta incas. Eso hace que el vino tenga un componente místico”, dice Alejandra Molina, que ha desarrollado su emprendimiento con apoyo del Instituto de Desarrollo Agropecuario, INDAP.
El vino “está elaborado por mujeres y para mujeres, particularmente el frutoso, que tiene un sabor suave y dulce y puede ser consumido como aperitivo o bajativo”. Los límites para construir un emprendimiento radica en la confianza, el empuje que genera sinergias múltiples y las oportunidades focalizadas y con enfoque de género que el estado a través de sus servicios y programas ofrece a los productores. Bien lo sabe este grupo de mujeres oriundas de Coirón, en Salamanca, quienes fueron convocadas por Alejandra Molina para llevar a cabo la primera viña exclusivamente desarrollada por mujeres. Esto fue el año 2015.
La propuesta, única en el país, otorga trabajo a otras mujeres de su familia que con esfuerzo y mucha dedicación participan de todo el proceso de producción que implica el desarrollo de vinos. En ese arduo trabajo el ímpetu no se ha agotado. Actualmente comercializan la producción de dos cepas a base de dos tipos de uva: Syrah y Pedro Jiménez, ambas con características muy particulares que le han otorgado un sello a esta viña que en el último año sumó un importante reconocimiento en la más reciente versión del Concurso Internacional de Catadores y que les ha abierto un mundo de nuevas metas por conquistar, tras obtener una medalla de oro. De esa manera, el vino artesanal Wayra está dando un paso clave en su objetivo por posicionarse en el mercado e incursionar en el mundo de las exportaciones.


