El calentamiento global afecta profundamente no solo a la agricultura familiar, sino a toda la sociedad y los territorios – COP 27

Durante 12 días, los países de las Naciones Unidas, representados por sus gobiernos y una amplia gama de sectores de la sociedad, como organizaciones sociales, académicos, periodistas y otros, se dieron cita en la ciudad de Sharm El Sheikh, en Egipto, para la COP 27. En este, que es uno de los eventos mundiales más importantes de la actualidad, los gobiernos tenían como misión dialogar y tomar decisiones sobre los rumbos que debían seguir las políticas ambientales de los países, mientras estos otros sectores mencionados de la sociedad participaban como observadores, y muchos de ellos con mensajes activistas. El tema central parte de temas base que desde la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (AFCI) abordamos con frecuencia y amplitud en nuestra agenda de luchas: el calentamiento global, el cambio climático y las estrategias para combatirlo.

Estos temas no son nuevos para las personas, ni sus consecuencias, las cuales se están viviendo en diferentes partes del mundo y afectando principalmente a las partes más pobres de la población mundial. Lo que cambia entre la última reunión de estos grupos y esta es que con cada COP, el calentamiento global se vuelve cada vez más urgente, y la humanidad tiene cada vez menos tiempo para paliar la situación de colapso ambiental a la que nos dirigimos.

Los estudios más recientes, presentados en la COP 27, muestran que si los países no hacen nada en cuanto a sus hábitos y dinámicas, principalmente en el campo económico, la temperatura global aumentará alrededor de 1,5º para 2024, y los efectos de este aumento son absolutamente devastadores. Derretimiento de los casquetes polares, aumento del nivel del mar, períodos de sequías más intensas, lluvias más violentas, entre otras crisis climáticas que resultan fatales para miles de personas en los más diversos territorios.

Intensamente conectada con la naturaleza en su esencia y actividad, la AFCI ya siente estos efectos climáticos agudizándose en los últimos años en las zonas rurales de distintas regiones, reflejados por ejemplo en largos períodos de sequía o inundaciones, donde una impide que crezcan los alimentos, y la otra arrasa con lo sembrado. Cada año se pierden más y más plantaciones enteras o partes de ellas de esta forma, y ​​además de la pérdida económica para los pequeños productores familiares, que ya es un problema lamentable, está la pérdida para la sociedad en su conjunto, que depende de la alimentos producidos por estas familias, generando una triste cadena de daños socioeconómicos.

Mientras algunos sectores económicos aún se mantienen a expensas de la explotación de los recursos naturales y la producción intensa de contaminación, como la agroindustria, por ejemplo, la AFCI está, por otro lado, constantemente proponiendo soluciones a los gobiernos para sistemas alimentarios más sostenibles y resilientes. Que en lugar de producir commodities o alimentos industrializados, se produzcan alimentos saludables para la sociedad y con menor desgaste del suelo, agua, calidad del aire y medio ambiente en su conjunto. Sistemas que vayan de la mano con la sustentabilidad ambiental y con el fácil acceso a los alimentos para todas las personas, buscando solucionar estos problemas socioeconómicos que existen hoy, en lugar de reforzarlos.

Contamos con una importante herramienta que nos ayuda a llevar este mensaje al mundo: el Decenio de la Agricultura Familiar, aprobado por Naciones Unidas y en plena vigencia, que desde 2019 viene dando lugar a diversos espacios de discusión política, local, regional y global, la importancia del reconocimiento y apoyo de la AFCI como estrategia para reducir el hambre y tratar con el medio ambiente y la producción de alimentos con menos explotación y más equilibrio. La Década también estuvo presente en la COP27, tomada por organizaciones y movimientos sociales que acompañan el event, y quienes defienden que los pilares y principios de la Década necesitan ser reforzados en absolutamente todos los espacios donde los gobiernos están tomando decisiones importantes. CONTAG, la afiliada brasileña de COPROFAM, es una de esas organizaciones que estuve en Egipto acompañando los debates y defendiendo este mensaje de la AFCI al mundo.

En este contexto de la COP 27 y la evidencia de un colapso climático próximo, lo que nuestro sector defiende es que haya apoyo gubernamental a las políticas de resiliencia para la AFCI, incluyendo la transición hacia formas de producción más sostenibles, como la Agroecología, por ejemplo. Este es uno de los modelos que más dialoga con la sustentabilidad, pero requiere de todo un trabajo de educación y seguimiento de los agricultores familiares para que suceda, porque estos cambios de sistema no se dan de la noche a la mañana, toman un tiempo de transición. Y eso exige inversiones en asistencia técnica, insumos, certificaciones y toda una gama de preparación que necesita ser impulsada por las políticas públicas e/o por proyectos privados para que suceda.

El debate de 12 días entre las naciones derivó en pocos compromisos, que a pesar de ser positivos, son insuficientes para la magnitud del problema que enfrenta la humanidad. Una decisión considerada la más positiva fue el acuerdo para crear un fondo de “pérdidas y daños” para ayudar a los países más vulnerables a enfrentar los impactos del calentamiento global. Sin embargo, las medidas que frenan temas como las emisiones de gases de efecto invernadero no han avanzado, y una de las razones que vemos es la presencia y fuerte cabildeo de sectores que aún mantienen una hegemonía económica ambientalmente insostenible, como el sector de los combustibles fósiles, y todavía logran influir en las decisiones de la COP27 y otros espacios importantes de los diálogos políticos globales.

La verdad es que realmente no hay nada que celebrar de esta Conferencia, y seguimos luchando para que los gobiernos de los países presten verdadera atención a lo que dice la ciencia, a lo que dice nuestro sector y a lo que dicen tantos otros grupos de la sociedad, preocupados por el futuro del planeta. Desafortunadamente, seguimos corriendo contra el tiempo.

 

Alberto Broch – Presidente de COPROFAM