Emergencia Sanitaria: amenazas y desafíos para la Agricultura Familiar

La Emergencia Sanitaria está siendo abordada en el mundo en general y en la región en particular a partir de 2 medidas principales adoptadas por los gobiernos: “el aislamiento social voluntario” y la “cuarentena obligatoria”, como forma de evitar la propagación del virus y salvar vidas. En este contexto es fundamental que las organizaciones sigan las recomendaciones de las autoridades de sus países y traten de informar y orientar a los agricultores familiares, campesinos y comunidades indígenas de los cuidados necesarios a la salud y la vida.

Por otra parte, es importante tomar en cuenta la necesidad de plantear a los gobernantes medidas urgentes para sostener la producción de alimentos y garantizar el abasto de las poblaciones tanto urbanas como rurales.  Cabe destacar que la coyuntura ha provocado la concentración de la provisión de alimentos de todo tipo, y en particular de los alimentos frescos (hortalizas y frutas de estación).

Esta concentración está directamente asociada a la necesidad (por obligación y/o recomendación) de limitar al máximo las aglomeraciones de personas en condiciones en las que no se puede asegurar el cumplimiento de las condiciones mínimas que eviten las posibilidades de propagación de la enfermedad CV 19.

Esto es, la distancia mínima entre personas (1 a 2 metros), el contacto físico entre personas (compradores y vendedores entre sí y entre ellos), disposición de insumos para la higiene y la protección (tapabocas, alcohol en gel, guantes, pagos con dinero electrónico), controles de acceso para evitar que más de una persona del núcleo familiar haga las compras, etc… En fin, estas recomendaciones están promoviendo que los consumidores que puedan, en las ciudades, hagan sus compras en grandes superficies en las que se pueden manejar mejor los riesgos asociados a la enfermedad.

Por su parte los canales de comercialización por medio de los cuales muchos AF llegaban más directamente a los consumidores, como son los mercados locales, las ferias vecinales y algunos puestos de venta de verduras y frutas, están sufriendo los efectos de la coyuntura, reduciendo la cantidad de público que los vista y por lo tanto sus ventas.

Esta coyuntura obligó a parte de estos comerciantes minoristas (que en algunos casos son también agricultores) a encontrar alternativas para las mercaderías que ofrecen a los consumidores. Una de ellas ha sido el lanzamiento de una plataforma de feriantes que pretende ofrecerle a sus clientes/consumidores la posibilidad de mantener sus hábitos de compra, utilizando diferentes mecanismos de comunicación en la plataforma como son el mail, wapp, facebook, etc., para hacer sus pedidos y recibir los alimentos.

El e-commerce llegó al mercado de hortalizas y frutas frescas, y está aprovechando toda la experiencia desarrollada para la entrega de otros productos que ya estaban siendo masivamente comercializados de esta forma (como las comidas preparadas, los productos de farmacia y de limpieza, los artículos electrónicos y/u otros).

Sin importar la duración de la urgencia sanitaria, y por tanto las limitaciones de coyuntura al funcionamiento de los canales de comercialización de hortalizas y frutas frescas, los cambios que se produzcan como respuesta a ello han llegado para quedarse (nos referimos específicamente a estos productos porque son típicos de la agricultura familiar, pero también se pueden considerar otros elaborados por el sector como quesos, embutidos, dulces, etc. de carácter artesanal, que nos pasan por cadenas agroindustriales complejas para llegar al mostrador).

La entrega de productos comprada por medio de plataformas llegó a los rubros provistos por la agricultura familiar más rápido de lo que se pronosticaba, donde los consumidores valorizaban el contacto directo con los proveedores, en muchos de los casos los propios agricultores familiares, productores de buena parte de los productos que ofrecen. No será este “el mecanismo de venta”, pero si será uno de los mecanismos que ganará terreno en esta coyuntura, y difícilmente retroceda luego que ella finalice, y a partir de los cambios en la conducta de los consumidores seguramente también podrán aprovecharse las grandes superficies, que manejan mejor la logística que el mejor de los feriantes.

Está clara la amenaza, salir de la urgencia sanitaria con un mercado que atiende a los consumidores con menos operadores minoristas, capaces de cumplir servicios de entrega con mayores garantías de seguridad, de mayor porte relativo, con creciente poder de negociación en ambos sentidos (hacia los proveedores, parte de ellos los AF, y hacia los consumidores que dispondrán de menores opciones). En fin, un mercado más concentrado con el consumidor más lejos de la agricultura familiar. Visto dese desde esta perspectiva: más que una amenaza es un problema.

Pero como muchas cosas en la vida hay otra forma de verlo, como un desafío y una oportunidad. Para aprovechar la oportunidad hay que desafiarse. El desafío está en prepararse para aprovechar la oportunidad de conseguir que los consumidores valoricen aspectos que (en muchos casos de manera casi inconsciente y/o sin adoptar una decisión expresa) estaba en parte explicando porque su consumo habitual era realizado en una feria, de manera presencial, sin las comodidades de una gran superficie y/o la comodidad de hacer un pedido por teléfono o internet para recibirlo.

Por cierto que los elementos sociales al momento de la compras, los niveles de precios de las ferias en comparación a los de los supermercados, y las posibilidades de selección de los productos en el mostrador, explican parte de ese comportamiento que la coyuntura está modificando, pero hay otros menos obvios que también hacen parte de los mismo como son el saber que estar comprando productos con menores riesgos de contener agrotóxicos, más frescos, producidos por familias rurales, etc…En fin varios elementos que hacen al imaginario de los consumidores que deciden ir a una feria a hacer sus compras de hortalizas, frutas, quesos, embutidos, conservas, dulces, y una gran variedad de productos que son típicos de la agricultura familiar.

La oportunidad detrás de la amenaza. La posibilidad de poner en primera posición en la cabeza del consumidor y por lo tanto en la lista de factores que hacen a su toma de decisión de donde comprar sus alimentos, a aquellos atributos que nadie mejor que las propias organizaciones de AF (adaptadas a hacer ventas por internet) y/o los feriantes a través de los que llegaba más directamente al consumo (adoptando nuevas formas de vinculación entre ambos) pueden trasmitir:

  1. Alimentos producidos en condiciones sustentables, con utilización responsable de agroquímicos, o a mediante prácticas agroecológicas u orgánicas.
  2. Alimentos frescos de la cual se puede conocer el origen.
  3. Alimentos producidos con base al trabajo de familias rurales que contribuye al desarrollo local, y ofrece alternativas de ocupación y desarrollo económico y social a poblaciones vulnerables.
  4. Alimentos cuya venta aporta a un desarrollo menos concentrado de la economía y por esta vía reduce las posibilidades de manejo abusivo de los precios de parte de canales minoristas más concentrados y fuertes.

Adicionalmente a esta oportunidad para los agricultores familiares, campesinos y o sus organizaciones, de rediseñar formas de vinculación con los feriantes para que ellos logren competir mejor en un mercado que cambió y no volverá a ser el mismo, como en todo tablero que se mueve surge espacio que no había, y en esos espacios también está la oportunidad para que las organizaciones de la agricultura familiar puedan ingresar cumpliendo ellas mismas (no todas por supuesto, sino las que estén preparadas) algunas nuevas funciones, ofreciendo atender pedidos de los consumidores realizados por medios electrónicos. Habrá posibilidades de que las Organizaciones cumplan roles que no cumplían en algunos lugares en la cadena de producción-acondicionamiento-distribución-venta final, entre otras cosas porque también operadores en los segmentos de la cadena que no le son propios a la agricultura familiar campesina también están viviendo estos y otros cambios y deberán rediseñar sus estrategias de negocio, vínculos, etc.

Por cierto, no son pocas las dificultades que habrá que sortear. Para empezar hay que resolver los aspectos referidos a la plataforma, pero no parece esta allí el cuello de botella dado los desarrollos ya alcanzados por otros. Dificultades de otra naturaleza, como las que se anotan a continuación a título de ejemplo, son sin lugar a dudas las más desafiantes:

  1. El productor de tomates suele tener su oferta disponible en un tiempo acotado de la zafa, y en cambio los consumidores quieren tomate todo el año, o por lo menos en buena parte del año. La tarea de la organización debe ser coordinar la producción de sus socios y sus socios deben comprometerse con esta coordinación.
  2. Los consumidores quieren un tomate, cebolla, rábano, perejil, etc. Y lo quieren encontrar con un número limitado de proveedores (no necesariamente 1 pero si unos pocos) y de entregas. Esto requiere también de compromisos entre socios y la organización, y es algunos casos también nuevos arreglos entre organizaciones de AF para tener una gama amplia de productos, acondicionamiento y logística.
  3. Los productos tienen que ser estandarizados y presentados cómo los requiere el consumidor “iguales” y “fraccionados”. Hay tareas que cumplir en este sentido que pueden ser a nivel de predio de acuerdo a condiciones acordadas con la organización y/o la organización puede hacerse cargo de estas actividades. En cualquier acaso hay que preveer sus costos y buscar hacerlo de la manera más eficiente y sencilla posible. La logística no necesariamente debe llegar en todos los casos al consumidor e su casa, puede que sea más apropiado seguir haciéndolo a través de los mercados locales, feriantes y/o puestos, con base a nuevos acuerdos de vinculación entre ellos y las organizaciones de la agricultura familiar.

De esta manera la actual coyuntura se presenta como un gran desafío, por una parte es una amenaza pero por otra también es una oportunidad para muchos AF, en la medida que tengan condiciones de poner en práctica la oferta diferenciadas de sus productos directamente a los consumidores. No es una tarea fácil, pero quedarse quieto es perder.  Moverse mal puede ser peor. Por lo tanto, es fundamental en este momento el rol de las gremiales para apoyar a los AF afiliados en el análisis del contexto (local, regional, nacional) para diseñar nuevas estrategias de actuación, lograr apoyo de las autoridades municipales, estatales y/ nacionales, para sostener e impulsar la producción de la AF y que sus organizaciones (cuando  tiene condiciones) avancen en el cumplimiento de nuevos roles al servicio de sus asociados (acondicionamiento, logística, venta, etc.), acercándose a los consumidores y rescatando una mayor parte del valor final del alimento para el pago de sus productos.

Los riesgos no son pocos, y tan sólo a título de ejemplo vale citar algunos de ellos:

  1. Que el desarrollo no alcance el nivel de negocio indispensable para que sea sostenible en el tiempo, y que en cambio se abran espacios de actuación que calificables cómo “amateur”, “de aficionados”, “esnob”, que convocan a compradores esporádicos que no permiten planificar y colocar la producción que necesitan vender los asociados a las organizaciones de la agricultura familiar campesina.
  2. Que la diferenciación de la oferta presentada de formas diferentes a cómo se lo hacía antes no logre hacer valer esta diferenciación y por tanto los precios recibidos no paguen los costos y riesgos adicionales que hay que deben asumir los productores y sus organizaciones que se involucren en los nuevos desarrollos.
  3. Que se pretenda dar pasos más grandes que los adecuados a las reales posibilidades de cada organización en sus diferentes aspectos (de gobernanza, funcionamiento, administración, finanzas, etc.).

En cualquiera de estos casos el remedio pude ser peor que la enfermedad. Y por tanto hay que prevenirse.    Por lo tanto, es imprescindible que las gremiales afiliadas de COPROFAM evalúen bien el contexto y elaboren propuestas de políticas y medidas de emergencia para apoyar a la AF en el sentido planteado.

Es necesario dar señales claras sobre las políticas vigentes que son útiles para mantenerlas, poder señalar las que no son prioritarias y en el nuevo escenario podrían ser revisadas, y al mismo tiempo señalar cuales son las nuevas formas de actuación que demandan decisión y recursos públicos para sortear la emergencia y salir de ella en mejor posición para apalancar un desarrollo rural inclusivo.

COPROFAM va a cumplir su rol, va a servir de ámbito desde el cual analizar el escenario y preparar propuestas pertinentes y oportunas, y de esta forma va a colaborar con los gobiernos y con la población, ofreciéndoles posibilidades para acceder a alimentos de calidad, con diversidad de operadores comerciales que reduzcan las posibilidades de fijación de precios abusivos, distribuyendo trabajo y riqueza, y contribuyendo a un desarrollo económico-social y ambientalmente equilibrado.

La Amenaza es un hecho, el Desafío está puesto y la Oportunidad está a la vista.  Transforman la Oportunidad en una nueva realidad mejor para la agricultura familiar campesina que en el presente está en sus manos y la de sus organizaciones. Para llegar a buen puerto hay que pensar, proponer y actuar en consecuencia, encontrando las alternativas que conjuguen intereses de los consumidores, agricultores familiares, campesinos y autoridades.

Directiva de COPROFAM