Es tiempo de respuesta para los productores federados
Estamos atravesando por momentos muy complejos. Desde lo sanitario, la pandemia de Covid 19 y sus mutaciones que están poniendo en jaque una vez más al mundo científico y es un tema que nos preocupa de sobre manera al conjunto de la sociedad. Estamos a un año del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio decretado por el presidente de la Nación y su Fase 1, que dieron inicio a sucesivas instancias que dependieron de los niveles de contagios y las diversas realidades en las provincias, cuyas consideraciones de riesgo quedaron a cargo de cada gobernador.
En ese contexto, como entidad pasamos estos 365 días marcando la agenda de las necesidades de nuestro sector y de nuestros representados, tanto a los funcionarios del gobierno nacional como de los mandatarios provinciales. Asistimos a reuniones que fueron resultado de nuestros pedidos de audiencia, y a otras a las que fuimos convocados. Siempre lo hicimos con el espíritu de gestionar y encontrar soluciones a los miles de problemas que aquejan a los productores y a los agricultores familiares de cada región de Argentina.
Vemos con mucha desazón cómo este gobierno gasta más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos. Hasta el momento solo hemos tenido maratones de reuniones (a las que consideramos importante acudir, puesto que del dialogo y los consensos nacen las mejores políticas públicas), pero vemos que no se resuelven las cuestiones de fondo. Porque consideramos que el problema se da cuando las demandas son tantas, urgentes y de inmediata aplicación y las soluciones de parte de quienes deben administrar los destinos del país no aparecen. Por el contrario, los funcionarios se sumergen en dicotomías que nada tienen que ver con la función que les fuere asignada.
Estamos convencidos de que es hora de pensar en un país serio, donde se le dé la importancia que se merece al campo; yendo más allá del relato. Porque si bien el sector genera 60 de cada 100 dólares que ingresan al país, también dentro de él hay productores que están con ingresos por debajo de la línea de pobreza, con ingresos que nos les permiten cubrir las necesidades básicas de una familia, sin oportunidades de acceso al financiamiento, endeudados y muchos de ellos desprendiéndose de lo poco que tienen para subsistir, llevándolos en muchos casos a su desaparición de la actividad como queda reflejado en los últimos censos agropecuarios. Muchos de esos productores sufrieron una contingencia climática y la ley de emergencia, con el presupuesto actual, sigue siendo una burla a un sector que, con condiciones óptimas, se podría transformar en el traccionador de desarrollo y trabajo. Como entidad estamos convencidos, y se lo dijimos a todos los funcionarios con los que nos reunimos, que ese es el camino: un desarrollo sostenible, que creemos adecuado para bajar los niveles alarmantes de pobreza y de gasto público, ya que se podrían crear empleos genuinos y dinamizar las economías regionales.
La sequía, los excesos de lluvias, granizadas, heladas, fuego, grandes tormentas con vientos muy fuertes y otras inclemencias climáticas dieron por tierra los sueños de muchos de los nuestros. Luchamos cada día para dar un pasito en una ley de seguro multirriesgo, que parece estancada sin que medie ninguna explicación lógica… porque presupuesto para una ley tan importante para el sector que más aporta a la Argentina debería sobrar. No debería considerarse un gasto, sino, muy lejos de eso, habría que pensarlo como una inversión para el desarrollo argentino. Pero siempre parecen haber otras prioridades, antes de atender a la que en los hechos es “la gallina de los huevos de oro”.
Estamos en medio de una pandemia y lo entendemos, pero se está perdiendo valioso tiempo y no se avanza en consensuar políticas públicas que generen arraigo, preserven el entramado rural, incentiven con condiciones dignas de acceso al financiamiento, permitan la construcción de viviendas, el acceso a la salud y a la educación, en todos sus niveles, asegurando distancias razonables. Tampoco se avanza para mejorar los caminos, las condiciones en las que recibimos la energía, o el acceso a energía sustentable, telecomunicación y conectividad. Y ese tiempo perdido redunda en productores perdidos. En esperanzas perdidas. En familias que dejan sus campos por no tener oportunidades.
Exigimos en cada reunión que el gobierno nacional arbitre las medidas para establecer precios de referencia para evitar distorsiones o abusos en los precios que se le pagan a los productores, que muchas veces quedan por debajo de los costos de producción; mientras que, en el otro extremo, los consumidores son estafados con precios que desde la chacra a góndola se incrementan en algunos casos en un mil por ciento. Estamos en un país donde pareciera que se quiere controlar todo, pero en la práctica solo se controla al que trabaja, produce y le pone hombro al país, “unos trabajan de trueno y es pa’ otros la llovida”, dice el tristemente cierto refrán.
Pusimos a nuestro equipo técnico a trabajar en cada ámbito que el gobierno dispuso. Como siempre decimos, valoramos que nos permitan participar, pero necesitamos ser “escuchados”, no solo invitados. Es difícil explicarles a nuestros asociados que los tiempos políticos nada saben de necesidades humanas y económicas agropecuarias, a no ser que sean por beneficios electorales. Necesitamos de nuestra fuerza gremial característica para darle impulso a nuestras demandas, y esto no significa dejar de participar en los ámbitos que lo hacemos, por el contrario es la estrategia que nos debemos dar para conseguir resultados efectivos.


